Literatura, Guiones, Historias, Pensamientos y Narrativas, referentes a cada uno de los comics o especificas por viñetas individuales.
CAPÍTULO 1; donde se presenta a Buss
- Buss, date prisa; los autobuses tienen que estar limpios y preparados para dentro de media hora.
-Sí señor -contestó el aludido- sólo me queda repasar el motor del número siete.
-Muy bien, pero no te encantes; ya sabes que es primordial que la línea esté en perfecto funcionamiento: los ciudadanos nos necesitan, la ciudad no es segura a estas horas, y sólo mediante los buses es posible que todo siga funcionando.
-Por supuesto señor, ahora mismo me pongo con ello.
El supervisor general de la línea de autobuses de la línea de “La milla”, como así se llamaba al barrio donde la compañía de autobuses tenía su garaje principal salió, no sin antes echar una mirada de advertencia al joven Buss André, el joven que se encargaba de las tareas de limpieza y, a veces, cuando era necesario, echaba una mano en el mantenimiento general. Esa noche sólo habían podido acudir al trabajo Buss, el propio supervisor, y dos de los cinco conductores de la línea; el supervisor se temía que el resto hubieran caído en las garras de los temidos “crisis”, llamados así porque desde su aparición, todo había ido de mal en peor en la sociedad. Pero bueno, hasta el día siguiente no sabrían a ciencia cierta qué había pasado con esos trabajadores; por si acaso, el supervisor programó el servicio de ofertas de empleo para que lanzase el ofrecimiento al día siguiente a mediodía. Pero era imprescindible, y así estaba pactado con las fuerzas vivas que operaban en la sombra, que los autobuses circularan; eran la única manera que tenían los trabajadores para ir y volver de sus lugares de trabajo al hogar después de las nueve de la noche, hora e la que, aún no sabían porqué, la presencia de los “crisis” se incrementaba, y la probabilidad de ser abordado por ellos aumentaba considerablemente.
Buss André, joven huérfano que gracias a su tesón había conseguido acabar un módulo de FP en la opción de automoción, trabajaba ahora en la línea de autobuses de “la milla”, limpiando los autobuses y preparándolos para su nueva partida. Esa noche, a falta de personal, se le había encargado también la revisión de la mecánica de los mismos.
-“Jo” –pensó- Buss –Ni tiempo le dejan a uno para ojear esas revistas de señoritas de buen ver que se dejan algunos conductores en los vestuarios. En fin, será cuestión que les eche una última ojeada, y me ponga con la revisión del número siete; total, en diez minutos estará revisado.
Buss entró en los vestuarios de los conductores, donde sabía que, apiladas en los bancos donde estos se cambiaban, habría un puñado de revistas de esas que en la portada exhibían mujeres con muy poca (o nada) de ropa. Sin detenerse a mirar, cogió unas cuantas y, sigilosamente, para que el supervisor no lo pillara, volvió a su puesto de trabajo.
Escondido tras el portillón abierto del motor del autobús que se suponía que estaba revisando, dejó las revistas en el suelo, y se dispuso a echarles un buen repaso. Enseguida notó que en el montón de revistas había algo más, y, de entre el montón, sacó un libro; en su portada, una niña (bueno, no tan niña, la verdad), un tipo con un disfraz de león, otro con uno de espantapájaros, uno más con un traje… ¿de robot?, un perro, y un tipo con traje y sombrero. Extrañado, miró el titulo: Libro Oficial de la Película El Mago de Oz. La lectura no era lo suyo, pero aún así le extrañó sobremanera la portada y comenzó a leer las primeras páginas (“vaya –pensó- que desarrollada está esta tal Dorothy para tener 14 años…”)
De repente, una gélida brisa se dejó notar en el garaje. Extrañado, pues sabía que hasta que no fuera la hora oficial de salida del primer bus la cochera permanecía cerrada, André dejó el libro encima de la pila de revistas, y se asomó tras el portillón que le servía de refugio. ¡Y ahí estaba; un anciano “crississ le estaba mirando fijamente! Buss André se quedó paralizado en el sitio; conocía el poder para el mal de estas criaturas, sabía que su aparición no podía significar más, que en el mejor de los casos, la muerte. El viejo “crississ” levantó sus manos, apuntando hacia el joven que permanecía aterrorizado junto al autobús que, teóricamente, estaba revisando y un huracán, surgido de nadie sabía donde, se tragó al joven y a las revistas y el libro que estaban junto a él.
Curiosamente, el último pensamiento antes de caer en la inconsciencia de Buss André fue: “Toto, creo que ya no estamos en Kansas” (bueno, en realidad el penúltimo, pues el último fue: “y es verdad, pues esto es Murcia”).
Y Buss, revistas, libro, y algunas de las piezas de repuesto que había esparcidas por el taller, desaparecieron, al igual que el “crississ”.
Buss, inconsciente, transitaba entre las brumosas zonas entre el sueño, la vigilia… y la irrealidad. El efecto del rayo recibido por el viejo “crisis”, no sólo había hecho que sufriera un shock general sino que, efecto secundario de tales ataques, le había transportado a una zona limítrofe entre la realidad…”y otros mundos”. Prácticamente nadie había regresado de esas umbrías zonas, por lo que se suponía que el ataque de los “crisis” acababa con la existencia misma de las personas atacadas; pero en este caso, sin que Buss supiera porqué, y que ni siquiera fuera consciente de ello, había sido transportado fuera de su realidad. Sentía su propio cuerpo como ajeno, sus miembros parecían no pertenecerle. Flotaba en un maremagnum de luces y sonidos, de traslúcidas figuras sin sustancia pero con presencia. Buss consiguió apartar la vista de aquellas figuras que se abalanzaban contra él, que le atravesaban dejándole una incómoda sensación; bajó la mirada hacia sus manos, y vio con asombro que en una de ellas sostenía el manojo de revistas para adultos y el libro de El Mago de Oz y, en la otra, un volante de autobús… “¿cuándo había agarrado aquel objeto? –pensó Buss- Pero este pensamiento ocupó muy poco tiempo en su mente, por que notó un choque, un encontronazo contra algo más sólido que aquellas diáfanas figuras; se dio cuenta entonces que aún se encontraba dentro de aquella especie de huracán que el “crisis” había conjurado y que había chocado contra…¿una casa de madera?
El huracán cesó, y Buss y la casa cayeron al suelo; mientras el joven se recuperaba de la caída, la puerta de la vivienda se abrió, apareciendo por ella un pequeño perro blanco, un terrier.
-¿Toto?- dijo Buss, antes de caer desmayado, y sin ver que tras el perro, por la abierta puerta aparecía una chica…
Mientras, cerca del garaje donde trabajaba habitualmente Buss André, el “crisis” que le había atacado flotaba sobre dicho edificio, meditabundo. “Ahora mi misión está realizada; ante la tiranía y la crueldad de mis hermanos, he tenido que actuar contra ellos. Espero que esto que acabo de realizar, si no suficiente, al menos sea el germen de algo nuevo.”-pensó el personaje.
Por encima, y tras él, otros seres con su misma apariencia confluían sobre él, dispuestos atacarle mientras él se encontraba perdido en sus pensamientos.
CAPÍTULO 2; Buss, Dorothy y Toto
Los “crississ”, que silenciosamente habían rodeado a su rebelde “hermano alzaron sus llameantes manos, de las que surgió un rayo que, al juntarse sobre el cielo de la “milla”, convergieron con un gran fogonazo, cuyo estruendo alertó al “crississ” solitario. Mientras el rayo estaba a punto de alcanzarle, el “crississ” abrió sus brazos en cruz, y de su pecho salió otro refulgente rayo que salió disparado en dirección al cielo, opuesto y paralelo al rayo que ya lo alcanzaba; éste dio en el sitio donde, microsegundos antes, se encontraba el “crississ”, dejando un socavón ennegrecido en el asfalto. Sorprendidos, los “crississ” restantes miraron al cielo, donde cual fuego artificial, el rayo surgido de su antiguo compañero se disgregaba en cientos de pequeños chispazos. Los “crississ” remontaron el vuelo, llegaron a donde el rayo se había dividido y, tras unos segundos, desaparecieron con un fogonazo de energía cruda, creando una onda sonora que rompió todo los cristales de La Milla.
En el no-lugar donde “Buss” se hallaba desmayado tras el encontronazo con aquella extraña casa, una chispa de esa energía llegó hasta el pararrayos de dicha casa; se extendió como una red abarcando a casa, perro, chica y Buss, como una especie de jaula energética. Tras unos instantes en los que la electricidad estática circundante erizó el cabello de la chica y del perro, la energía se concentró en un punto, y penetró en el volante que sostenía todavía, aún desmayado, Buss (por el centro, donde estaría el claxon). El choque de energía convulsionó al muchacho unos instantes, haciéndole recobrar el conocimiento; lo primero que vio fue el volante que todavía asía, y después, con la vista todavía turbia, dirigió sus ojos hacia el montón de revistas desparramadas a su alrededor. Las imágenes se entremezclaron, y las fotografías de las revistas para adultos se mezclaron con las de El Mago de Oz, dando lugar a unas composiciones de lo más sugerentes y estrambóticas.
-“Ostia, pijo -pensó Buss- ya decía yo que esta Dorothy estaba muy desarrollada para su edad”.
Y, a continuación, recordando lo que había pasado, levantó la vista hacia la casa; recordaba el choque, y que había visto salir un perro… pero a aquella chica no la recordaba; y, estaba seguro, que si la había visto antes, la recordaría… pues en su alterada mente, la chica adquiría la vistosa imagen que se había formado al mezclarse las imágenes de las revistas en su cerebro
-“Adió!, aunque el batacazo ha sido fuerte, quien iba a barruntar que me iba a encontrar con semejante moza” –dijo Buss, al que el golpe le había hecho salir el acento.
-Hey, man, are you allright? –dijo la muchacha.
-Acho -respondió un asombrado Buss-, ¿qué dices?
- Que si estás bien – respondió el perro, ante el susto de Buss, y el ataque de risa de la muchacha.
CAPÍTULO 3; La Presentación del los superhéroes
-Ostias, un chucho que habla –exclamó sorprendido Buss, sin poder dejar de mirar al perro.
De la boca del pequeño animal siguieron saliendo palabras;
-Jajaja, no es el que habla, si no yo, Dorothy; él no es más que un Trnasductor/traductor.
-Pos es de lo más extraño. –aseveró Buss
-Pues si no te acostumbras a eso –siguió diciendo el perro-, sólo tienes que conectar tu traductor, y la información del lenguaje pasará automáticamente a tu cerebro, con lo que podremos entendernos.
-¿Mi traductor? –preguntó el muchacho- Yo no tengo un aparato de esos
-Sí lo tienes- dijo el chucho mientras la chica señalaba el volante que aferraba Buss entre sus manos.
-¿Esto? –preguntó extrañado –Esto no es más que un volante que…
-¡Pero es el canalizador de tu energía!
-¿Lo cualo, perodón?
-See it, man –dijo la muchacha, sin que esta vez el perro interviniera.
Entonces, la chica alzó sus brazos por encima de su cabeza, juntó sus manos, y una especie de rayo salió de ellas; llegó hasta la antena de la casa, rebotó en ella e incidió en el perro para, posteriormente, inundar con su energía el volante de Buss. Éste, asustado, lo dejó caer y, mientras lo miraba extrañado, vio como chisporroteaba de energía. De repente, una voz surgió del volante:
-Vamos, cógelo –dijo la voz.
-No sé yo si… -dijo Buss
-Venga, no seas cobarde; coge el volante, y así los idiomas que he almacenado en él pasarán directamente a tu cabeza, y entenderás todas las lenguas conocidas.
-Bien, pues vamos pallá –dijo él al tiempo que se agachaba y recogía el volante del suelo. Una vez con él en las manos, sintió una vorágine en su cabeza similar a la experimentad cuando el huracán lo elevó del taller y lo depositó allí… fuera donde fuera ese.
Cuando se le aclaró la vista, vio que la chica se acercaba; ella le dio dos besos en las mejillas y se presentó:
-Hola, soy Dorothy, de la tercera división de los Superhéroes Americanos; viajo en esta nave camuflada en busca de aventuras para poder ascender a la primera división, incluso, ¡quién sabe, a la división de honor!
-¡Oivá la ostia, estoy peor de lo que creía –exclamó Buss.
La muchacha se rió; el perro se rió, e incluso a Buss le pareció que el volante se reía . “Superhéroes americanos, perros que hablan, naves camufladas como casas adosadas,…-pensó Buss- sí, todo muy lógico en Murcia…
CAPÍTULO 4; Aparece el Mal I
...Y, justo en ese momento, un vórtice energía empezó a formarse alrededor de la nave camuflada de Dorothy, que todavía conservaba la forma de una casa. Toto, el can, comenzó a ladrar furiosamente en dirección al vórtice. Dorothy se puso en guardia; sus ropas se transformaron en lo que a Buss le parecieron unas mallas de atletismo, y una especie de máscara cubría parte de su cara, y el mismísimo Toto había cambiado, mostrando ahora la apariencia de un peligrosísimo perro-lobo.
-En guardia -dijo Dorothy- Alguien ha encontrado mi nave-casa. Seguramente, estaremos bajo ataque.
-¿Ataque? –replicó Buss.
-Sí –contestó Dorothy- ¿Qué no te funciona correctamente el volante traductor o qué?
-Oh sí, funciona perfectamente… pero… ¿ataque; de quien, porqué, cómo, …?
-Fuck-you, man –cortó exasperada la chica, sin que el volante tradujera- Ataque, a nosotros, ahora, Do you understand/Entiendes?
-Ah, ostras, creía que se había escacharrado el aparatico éste- dijo Buss.
Mientras, dentro del vórtice, una figura oscura iba tomando forma. Rayos de energía se concentraban en torno a la cada vez más definida figura; un viento, que comenzó como leve brisa, se hacía más fuerte por momentos, haciendo cada vez más difícil que Buss, Toto y Dorothy permanecieran en pie. A Buss le recordó lo que le había sucedido momentos antes, en el taller.
De repente, con una implosión de luz y sonido, todo cesó. Toto pareció gemir, gacha la cabeza y el rabo; Dorothy y Buss se miraron, extrañados, hablándose pero sin que se oyera el más mínimo sonido; el volante de Buss se encendía y apagaba en rápida sucesión, en una amalgama de colores que fascinó al muchacho.
- ¡Soy Evictio, crississ de los desahucios; por los poderes que me otorgan las leyes del estado sobre el que estamos suspendidos, declaro que la propiedad ante la que me encuentro pasará a ser de nuestra propiedad en cuanto posemos el pie en ella!
-¿Estado?-se extrañó Buss- ¡Pero si estamos sobre Murcia; esto es, como mucho, una comunidad autónoma que…!
-¡SILENCIO! –estalló el extraño sujeto- las leyes del Estado español nos permiten, en cualquier caso, expropiar y desahuciar a nuestro antojo, siempre que parte de las ganancias vayan a dicho Estado!
-¡Ostias pijo, que van a ser los del banco! –comentó Buss
Mientras el crisis que decía llamarse Evicito y Buss mantenían esta especie de conversación, Dorothy se estaba acercando a la nave/casa; sólo era necesario estar unos metros más cerca para poder recoger las energías que destilaba el hogar. Normalmente esto no era necesario, y Dorothy salía a la aventura totalmente de energía; pero este ataque había sido totalmente inesperado, nunca habría creído que podría ser atacada en su propia nave.
-¡Atrás!-gritó el crisis, que había visto el movimiento de la muchacha, y que lanzó una especie de rayo con su brazo, dejándola paralizada al instante.
En ese momento, Toto aprovechó para saltar sobre el brazo que Evictio mantenía alzado, apuntando a Dorothy; pero el crississ lo apartó con un simple manotazo. El chucho chocó violentamente contra una esquina de la casa, y se quedó gimiendo sin moverse del sitio donde había caído.
Entonces, un volantazo impactó en la sien de Evictio, lo que le enfureció sobremanera; lanzando chispas por todos los poros de su piel, con una expresión suprema de enfado y odio, se giró lentamente en la dirección de la que le había llegado volando el volante.
CAPÍTULO 5; APARECE EL MAL (Y II)
Y allí estaba Buss, todavía en la posición de lanzamiento del volante, como un jugador de “frisby” en un parque cualquiera; esa fue la primera imagen que le vino al muchacho a al cabeza, la segunda fue dolor, mucho dolor… y sangre, y más dolor…
- Esto-dijo Buss…- hola, perdona por el volantazo, ha sido un acto reflejo al ver que golpeabas a la muchacha y a su mascota.
- ¡Sufrirás por esto! Dijo Evictio, el crississ- nadie me ataca impunemente y sale ileso del ataque.
“Acho, esto parece una película de superhéroes de esas que están tan de moda ahora” –pensó Buss- “¿Y qué se supone que debo hacer yo ahora?”
El crississ avanzaba hacia el muchacho, emitiendo cada vez más chispas desde su cuerpo. El aire parecía condensarse a su alrededor, electrificarse, como antes de una tormenta veraniega; pero en vez de oler a tierra mojada, a hierba fresca, allí olía como a papel mojado, mohoso, como cuando se inunda una biblioteca…
-Bueno, como decían en aquel libro –se dijo Buss- “from the lost, to the river”… y ya puestos, debería tener un grito de guerra… aunque sea el último que pueda dar en mucho tiempo
El crississ atacó, creando de la electricidad estática que les rodeaba unas formas densas, que parecían muy pesadas, y que a Buss le recordaban vagamente a libros… volúmenes muy gordos, que solamente con su peso podían hacer mucho daño al golpearle, al margen de su origen y otras propiedades. Y Evictio le lanzó a Buss una gran ola de esos constructos.
-¡Acho, hasta la playa, y un poquito más allá! –soltó Buss, como grito de guerra (bien, como grito de guerra tal vez no fuera muy… ¿”épico”?; pero fue lo único que en esa situación se le ocurrió al pobre muchacho)- Y, ¿qué leches hago yo aquí; dónde estará ese maldito anciano que “me lanzó aquí?
Y como respuesta a las palabras del joven, una fría brisa empezó a rodearles, alejando los constructos que Evictio había creado para lanzarle y golpearle; incluso el propio crississ parecía tener dificultades para mantenerse erguido frente al vendaval que poco a poco se iba adueñando del lugar. Sin embargo, Buss no lo notaba, aunque pudo ver que Dorothy, recuperada por efecto del vendaval, se agarraba a la puerta de la casa con una mano, al tiempo que sujetaba a Toto con la otra. Mientras observaba asombrado todo esto, vio parecer flotando ante él al anciano en el que estaba pensando momentos antes; de él parecía emanar el viento, que a medida que se alejaba se iba tornando más y más violento. Buss notó un pequeño golpe en la mano, y vio que el volante había vuelto a él, como si de un bumerang se tratara. Sin pensarlo, aprovechando el vendaval, lo lanzó de nuevo hacia Evictio; éste, que se estaba intentando proteger del fuerte viento, no lo vio llegar, y no pudo escudarse del golpe. El volante impactó con violencia en el cuerpo del crississ, que pareció empezar a resquebrajarse, y a emitir chispas más intensamente.
-¡Volveré! –gritó Evictio- ¡y mi venganza será terrible!
Y dicho esto, su cuerpo empezó a reabsorber la energía que estaba lanzando al espacio, comenzó a brillar con enorme intensidad… y se convirtió en una pequeña bola resplandeciente que salió disparada a una inconcebible velocidad.
Buss miró boquiabierto toda esa escena, dirigió su vista a la muchacha y a su mascota, viendo que estaban más o menos bien… y, haciendo acopio de una gran fuerza de voluntad, empezó a girar su cabeza para enfrentar su mirada a aquel extraño anciano que les había ayudado en última instancia…
CAPÍTULO 6; LA CREACIÓN DE UN HÉROE
- Ostia pijo, webo –fue lo único que acertó a decir Busi cuando estuvo cara a cara con el ser que les había salvado. Si cuando llegó lo hizo con la misma apariencia con la que se había presentado en el garaje donde trabajaba el muchacho, ahora su apariencia era totalmente distinta; era un ser poderoso, rodeado de un luz que fluctuaba y creaba vórtices de energía a su alrededor… pero en negativo, era una luz oscura, reminiscencia del pasado malévolo del personaje.
- Buss André- dijo aquel ser- La hora de los crississ ha llegado a su cúlmen; hace falta alguien que les plante cara y pueda batallar contra ellos de igual a igual.
- Pero –respondió el muchacho- ¿y esos héroes de grandes divisiones que mencionó la muchacha.
- Esos están ocupados en sus propios asuntos internacionales, e incluso interplanetarios; ninguno de esos denominados “superhéroes” se ha dado ni siquiera cuenta que en esta pequeña región de un pequeño país europeo los crississ han empezado su plan de dominación mundial.
- ¿Mundial? –intervino Dorothy.
- Sí; alentados, e incluso fortalecidos, por la situación y las leyes que ahora imperan en esta parte de Europa, mis “hermanos” la han elegido para comenzar a transformar a su imagen y semejanza todo el planeta; si consiguen dominar un país, tendrán el continente en la palma de sus manos… y de ahí, al mundo entero.
- ¡Carajo! -dijo Buss- ¡pues sí que hemos tenido suerte con lo que nos está viniendo encima aquí!
- Por eso, Busi, Dorothy, vuestra misión será enfrentaros en estas tierras a los temibles crississ. Para ello, os otorgaré parte del poder que como componente de esa hermandad me fueron conferidos; combinados con los que ya posee Dorothy, espero que podáis presentarles, al menos, digna batalla.
- ¡Bien, una aventura para poder ascender de categoría! –dijo la muchacha.
- Bueno, bien, vale… pero, una duda… ¿por qué ahora te has vuelto contra tus “hermanos”, como tú mismo les has llamado? –quiso saber Buss.
- Eso, porqué –quiso saber Toto, que hasta ese momento había estado callado, atento al desarrollo de la conversación.
- En estos momentos, basta con que sepáis que mi poder estará con vosotros; con él, y los que ya poseéis, tenéis que hacer frente al mal, y acabar con él allá donde lo encontréis.
- Pero…
- Mis motivaciones, de momento, deben de permanecer en secreto. Pronto os serán reveladas; pero ahora no pueden ser divulgadas.
Y ahora, Buss André, prepárate para recibir El Poder.
- “¿Será posible? – pensó el joven- ¡si hasta he oído las mayúsculas de esa frase!”- Y con ese pensamiento, recibió el rayo de energía que desde hacía un rato estaba formándose en el vórtice de energía oscura que rodeaba al crississ renegado…
··············· Javier Arnau ···············
Literatura Adjunta
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